DETECTIVE PRIVADO
No debería estar haciendo esto. No, no debería; en serio se lo digo. Me juego la licencia. Y bien que me costó conseguirla. Pero no quiero pensar en eso. Ya estoy aquí. De perdidos al río, como dice mi madre. Mientras no aparezca la policía y me pregunte qué demonios hago a las dos de la mañana sentada en mi coche con un equipo de vigilancia valorado en más de tres mil euros, todo irá estupendamente. Usted no lo sabe, claro. De acuerdo, se lo contaré. Verá, soy detective privado. La detective más joven de España; y, probablemente, la mejor. Supongo que está mal jactarse de algo así, pero es la verdad. Me licencié en Psicología y después hice un máster en Criminología. Aún no había cumplido los veinticinco cuando me matriculé en la Complutense con la firme intención de ser detective privado. Terminé los tres cursos en tres años (no alardearé de mis notas para no ser presuntuosa, pero ya puede usted imaginarse, habiendo sido la primera de mi promoción) y c