PRESENTACIÓN DEL CARTEL DE LA SEMANA SANTA DE AYAMONTE 2025

 

foto: https://ayamonte.es/


Ahora que comineza la Semana Santa, me gustaría compartir el texto que utilicé para presentar esta maravillosa obra de Chencho Aguilera. Fue un honor y un placer desvelarle a la gente la infinidad de detalles y simbología que esta pintura atesora y que ubica a la Semana Santa de Ayamonte en pleno siglo XXI.

Domingo, 9 de marzo de 2025.

Cuando aún resuenan los ecos de las risas y las canciones, la población, feliz al fin por prefigurar la llegada de la primavera, se entrega en Ayamonte con devoción al tiempo de recogimiento que propone la Semana Santa. Durante la Cuaresma, el primero de los actos que anuncia este cambio consiste en desvelar el cartel de nuestra semana mayor, una imagen que será la que nos acompañará en nuestra manera de acercarnos a la experiencia religiosa, artística, social o cultural que supone la Semana Santa de Ayamonte. Y ese privilegio recae este año en José Florencio Aguilera Cabalga, Chencho Aguilera.

Si me permiten desplazarme brevemente por el tópico, les diré que conozco al autor de este cartel desde hace unos 45 años, cantidad de tiempo estimable en la que he podido asistir a su evolución personal y artística desde la posición privilegiada que nos confiere la amistad y, en mi caso, desde mi admiración por él como creador. De estirpe artística, este ayamontino es hijo y nieto de pintores, una particularidad que en su caso selló definitivamente su destino, ya que su espíritu quedó desde muy pequeño impregnado por los sortilegios de la luz, el color y la forma. La adolescencia y primera juventud lo condujeron por los vericuetos de la formación académica y vital tan necesaria en la personalidad del artista y la entrada en el mundo adulto lo encontró atrapado para siempre en la gozosa tarea de contarse el mundo a sí mismo y contárnoslo a los demás, a través del arte, para dotarlo, así, de sentido.

Su carrera artística está plagada de búsquedas, cambios y experimentos estéticos, cuyos resultados hemos podido comprobar en sus numerosas exposiciones tanto individuales como colectivas, destacando aquí la última de ellas en el salón de la Diputación de Huelva, donde hace unos meses expuso, con gran éxito, una retrospectiva de su obra hasta el momento. Además de la pintura, Chencho domina a la perfección el dibujo y la ilustración, siendo también uno de los mejores creadores urbanos del panorama nacional, embelleciendo espacios públicos con sus grafitis, una técnica que ha incorporado a su desempeño artístico y que en este cartel tiene también su particular presencia.

 Observar la construcción del carácter de otra persona constituye un regalo propio de la madurez, mediante el cual nos encontramos en disposición de trazar las líneas maestras de una vida dedicada, en el caso de Chencho, al arte. Y todos esos caminos nos llevan a una palabra: inevitabilidad. Nuestro protagonista es un artista por imperativo del destino. El término latino “vocatio”, que en nuestra lengua ha tomado la forma de “vocación”, hace referencia a la llamada irrefrenable que conduce a miles de personas por el camino, a veces tortuoso, a veces feliz, pero siempre inevitable de aquello que constituya el sentido de la llamada (puede ser la fe, el arte, la docencia, la carpintería o cualquier otra ocupación a la que nos entreguemos desde lo ineludible) y en Chencho esta llamada ocurrió desde muy pronto y en la forma de entrega absoluta a un estilo de vida que no acepta alternativas.

Chencho es un artista en búsqueda constante, que se hace preguntas sin esperar necesariamente a la respuesta, porque entiende que la propia búsqueda es, en sí misma, mucho más importante que el resultado final; es, asimismo, un creador que experimenta con la forma, la luz y el color, exprimiéndolos al máximo, hasta localizar diversas formas de expresión, en las que lo tradicional y lo contemporáneo se encuentran y el mensaje obtiene la misma importancia que el vehículo mediante el cual se expresa.

Nuestro artista rehúye las fórmulas establecidas, los puertos seguros, y crea desde el riesgo, desde la incertidumbre del lienzo en blanco, pero con la seguridad del conocimiento de la tradición sobre la que se sustenta su trabajo y la intrepidez de quien afronta su relación con el arte desde la pasión y el valor.

El cartel de este año 2025 es una muestra excepcional de su evolución personal y una obra que busca representar a todos y cada uno de nosotros desde la óptica de nuestra propia experiencia y sensibilidad.

Así que, sin más, les ruego al señor cura párroco y al señor alcalde que se acerquen para desvelar la obra.

foto: https://ayamonte.es/

 

Antes de analizar el contenido de la obra, me gustaría que contemplaran el marco del cartel, forrado en toda su extensión por las telas de cada una de las cofradías y hermandades que procesionan en nuestra Semana Santa, como una metáfora del abrazo que nuestra semana mayor ofrece a la imagen que se representa en el lienzo y que muestra el espíritu integrador con el cual Chencho imaginó y dio forma después a su composición.

El rostro de Cristo domina la escena. Es un Cristo sereno, atrás ya el dolor y el sufrimiento; un cristo cuya naturaleza divina comparte espacio con unos rasgos faciales profundamente humanos; un rostro que irradia perdón, una cara compasiva y amorosa.  Su cabeza la ciñe una corona de espinas de la que cuelgan en sus extremos una rosa amarilla en homenaje a la propia madre del autor y un gorrión que se precipita muerto hacia el suelo, una sutil alusión a los evangelios, en concreto, Mateo 10: 29-31, cuando Jesús nos dice: “Ni un solo gorrión puede caer a tierra sin que el Padre lo sepa”.

El rostro dulce y sereno de Cristo, de pómulos marcados, iluminados por la tenue luz rosácea y azul, descansa por fin de las tribulaciones humanas y nos ofrece la esperanza de su resurrección.

Varias son las figuras que acompañan a Cristo. Junto a él, a nuestra izquierda encontramos el rostro de la Madre, de María, transido por el dolor y el desconcierto, aturdida por la amargura y la soledad, siempre junto a su hijo, caminando junto a él, uniendo su destino al producto divino de su vientre.

A nuestra derecha, varios nazarenos caminan en procesión, acompañando también a Jesús y bajo ellos, contemplamos una luna llena violácea que ilumina el cielo primaveral de abril. La presencia de los nazarenos alude a la importancia vital de la participación del pueblo en su conmemoración de la muerte y resurrección de Cristo; es la gente (costaleros, nazarenos, organizadores, hermanos y hermanas de cofradías que trabajan desinteresadamente, los que decoran los pasos y las imágenes, los que realizan arreglos florales, las personas que cada día abarrotan las calles…) quienes, con su contribución a todos los niveles permite que la Semana Santa de Ayamonte sea verdaderamente grande y Chencho ha querido destacar la generosidad de tantos y tantos ayamontinos.

Si continuamos examinando, veremos en la esquina inferior izquierda, mediante la técnica del collage, una alusión al papel de los niños, tan fundamentales en nuestra Semana Santa, cargados de ilusión y de brillo en sus ojos; una niña alarga su mano pidiendo cera a los nazarenos que pasan junto a ella; de nuevo, lo sagrado y lo profano se dan la mano: los niños en la calle construyendo sus bolas de cera es el elemento profano y las palabras de Jesús lo sagrado: «Dejen que los niños vengan a mí. ¡No los detengan! Pues el reino del cielo pertenece a los que son como estos niños». En la esquina inferior de nuestra derecha, observamos, a través de la misma técnica del collage, un homenaje mediante el cual el autor destaca la importancia de la música en el procesionar de las diferentes imágenes y que se personaliza en la figura de José Reyes, Pilili, un hombre que representa a la perfección la entrega y la pasión que los integrantes de las agrupaciones musicales de Semana Santa nos ofrecen cada año y con quien Chencho ha querido tener un especial detalle, ya que se encuentra en momentos delicados de salud.

Nuestro autor ha querido plasmar, igualmente, la importancia de los templos que acogen a las distintas imágenes que procesionan en nuestra Semana Mayor, ubicándolos en cada uno de los cuatro ángulos del cartel, ligeramente difuminados en el propio color del lienzo, pero perfectamente reconocibles por sus siluetas, tan queridas por los ayamontinos.

Para terminar, a modo de estructura que sostiene la escena, diversas palabras entrecruzadas ofrecen el cimiento necesario para que lo tradicional y lo contemporáneo se den la mano. Pasión, Fe, Vida, Muerte, Amor, Dolor, Cultura o Tradición suponen el andamiaje perfecto para otorgar el equilibrio final a la escena, mediante conceptos de gran profundidad emocional entre los cuales podemos identificar nuestra experiencia personal de la Semana Santa.

Es este un cartel que busca ser de todos y para todos; una pintura de gran belleza estética y de composición compleja y arriesgada, en la que se pueden apreciar la pincelada sutil y exacta junto al trazo impetuoso y repleto de color; una obra llena de detalles y simbología que nos interpela directamente, que nos mira a los ojos y nos exige atención y tiempo; un cartel integrador que busca acercarse a las diversas sensibilidades del público, compuesto desde el más profundo respeto a la tradición y a los cimientos fundamentales de la Semana Santa, pero realizado desde el estilo contemporáneo y urbano, inconfundible de su autor, que no es más que su propia forma de entender el mundo:

En definitiva, un cartel que quiere ser de todos y para todos.

Enhorabuena, amigo…

Muchas gracias.

Jesús González Francisco



foto: https://ayamonte.es/


 

 




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