PRESENTACIÓN DEL CARTEL DE LA SEMANA SANTA DE AYAMONTE 2025
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foto: https://ayamonte.es/ |
Cuando aún resuenan los ecos de las risas y las canciones, la
población, feliz al fin por prefigurar la llegada de la primavera, se entrega
en Ayamonte con devoción al tiempo de recogimiento que propone la Semana Santa.
Durante la Cuaresma, el primero de los actos que anuncia este cambio consiste
en desvelar el cartel de nuestra semana mayor, una imagen que será la que nos
acompañará en nuestra manera de acercarnos a la experiencia religiosa,
artística, social o cultural que supone la Semana Santa de Ayamonte. Y ese
privilegio recae este año en José Florencio Aguilera Cabalga, Chencho Aguilera.
Si me permiten desplazarme brevemente por el tópico, les diré
que conozco al autor de este cartel desde hace unos 45 años, cantidad de tiempo
estimable en la que he podido asistir a su evolución personal y artística desde
la posición privilegiada que nos confiere la amistad y, en mi caso, desde mi
admiración por él como creador. De estirpe artística, este ayamontino es hijo y
nieto de pintores, una particularidad que en su caso selló definitivamente su
destino, ya que su espíritu quedó desde muy pequeño impregnado por los
sortilegios de la luz, el color y la forma. La adolescencia y primera juventud
lo condujeron por los vericuetos de la formación académica y vital tan
necesaria en la personalidad del artista y la entrada en el mundo adulto lo
encontró atrapado para siempre en la gozosa tarea de contarse el mundo a sí
mismo y contárnoslo a los demás, a través del arte, para dotarlo, así, de
sentido.
Su carrera artística está plagada de búsquedas, cambios y
experimentos estéticos, cuyos resultados hemos podido comprobar en sus
numerosas exposiciones tanto individuales como colectivas, destacando aquí la
última de ellas en el salón de la Diputación de Huelva, donde hace unos meses
expuso, con gran éxito, una retrospectiva de su obra hasta el momento. Además
de la pintura, Chencho domina a la perfección el dibujo y la ilustración, siendo
también uno de los mejores creadores urbanos del panorama nacional, embelleciendo
espacios públicos con sus grafitis, una técnica que ha incorporado a su desempeño
artístico y que en este cartel tiene también su particular presencia.
Observar la
construcción del carácter de otra persona constituye un regalo propio de la
madurez, mediante el cual nos encontramos en disposición de trazar las líneas
maestras de una vida dedicada, en el caso de Chencho, al arte. Y todos esos
caminos nos llevan a una palabra: inevitabilidad. Nuestro protagonista es un
artista por imperativo del destino. El término latino “vocatio”, que en nuestra
lengua ha tomado la forma de “vocación”, hace referencia a la llamada irrefrenable
que conduce a miles de personas por el camino, a veces tortuoso, a veces feliz,
pero siempre inevitable de aquello que constituya el sentido de la llamada
(puede ser la fe, el arte, la docencia, la carpintería o cualquier otra
ocupación a la que nos entreguemos desde lo ineludible) y en Chencho esta
llamada ocurrió desde muy pronto y en la forma de entrega absoluta a un estilo
de vida que no acepta alternativas.
Chencho es un artista en búsqueda constante, que se hace
preguntas sin esperar necesariamente a la respuesta, porque entiende que la
propia búsqueda es, en sí misma, mucho más importante que el resultado final;
es, asimismo, un creador que experimenta con la forma, la luz y el color,
exprimiéndolos al máximo, hasta localizar diversas formas de expresión, en las
que lo tradicional y lo contemporáneo se encuentran y el mensaje obtiene la
misma importancia que el vehículo mediante el cual se expresa.
Nuestro artista rehúye las fórmulas establecidas, los puertos
seguros, y crea desde el riesgo, desde la incertidumbre del lienzo en blanco,
pero con la seguridad del conocimiento de la tradición sobre la que se sustenta
su trabajo y la intrepidez de quien afronta su relación con el arte desde la
pasión y el valor.
El cartel de este año 2025 es una muestra excepcional de su evolución
personal y una obra que busca representar a todos y cada uno de nosotros desde la
óptica de nuestra propia experiencia y sensibilidad.
Así que, sin más, les ruego al señor cura párroco y al señor
alcalde que se acerquen para desvelar la obra.
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foto: https://ayamonte.es/ |
Antes de analizar el contenido de la obra, me gustaría que contemplaran el marco del cartel, forrado en toda su extensión por las telas de cada una de las cofradías y hermandades que procesionan en nuestra Semana Santa, como una metáfora del abrazo que nuestra semana mayor ofrece a la imagen que se representa en el lienzo y que muestra el espíritu integrador con el cual Chencho imaginó y dio forma después a su composición.
El rostro de Cristo domina la escena. Es un Cristo sereno,
atrás ya el dolor y el sufrimiento; un cristo cuya naturaleza divina comparte
espacio con unos rasgos faciales profundamente humanos; un rostro que irradia
perdón, una cara compasiva y amorosa. Su
cabeza la ciñe una corona de espinas de la que cuelgan en sus extremos una rosa
amarilla en homenaje a la propia madre del autor y un gorrión que se precipita
muerto hacia el suelo, una sutil alusión a los evangelios, en concreto, Mateo
10: 29-31, cuando Jesús nos dice: “Ni un solo gorrión puede caer a tierra sin
que el Padre lo sepa”.
El rostro dulce y sereno de Cristo, de pómulos marcados,
iluminados por la tenue luz rosácea y azul, descansa por fin de las
tribulaciones humanas y nos ofrece la esperanza de su resurrección.
Varias son las figuras que acompañan a Cristo. Junto a él, a
nuestra izquierda encontramos el rostro de la Madre, de María, transido por el
dolor y el desconcierto, aturdida por la amargura y la soledad, siempre junto a
su hijo, caminando junto a él, uniendo su destino al producto divino de su
vientre.
A nuestra derecha, varios nazarenos caminan en procesión, acompañando
también a Jesús y bajo ellos, contemplamos una luna llena violácea que ilumina el
cielo primaveral de abril. La presencia de los nazarenos alude a la importancia
vital de la participación del pueblo en su conmemoración de la muerte y
resurrección de Cristo; es la gente (costaleros, nazarenos, organizadores, hermanos
y hermanas de cofradías que trabajan desinteresadamente, los que decoran los
pasos y las imágenes, los que realizan arreglos florales, las personas que cada
día abarrotan las calles…) quienes, con su contribución a todos los niveles
permite que la Semana Santa de Ayamonte sea verdaderamente grande y Chencho ha
querido destacar la generosidad de tantos y tantos ayamontinos.
Si continuamos examinando, veremos en la esquina inferior
izquierda, mediante la técnica del collage, una alusión al papel de los niños,
tan fundamentales en nuestra Semana Santa, cargados de ilusión y de brillo en
sus ojos; una niña alarga su mano pidiendo cera a los nazarenos que pasan junto
a ella; de nuevo, lo sagrado y lo profano se dan la mano: los niños en la calle
construyendo sus bolas de cera es el elemento profano y las palabras de Jesús
lo sagrado: «Dejen que los niños vengan a mí. ¡No los detengan! Pues el reino
del cielo pertenece a los que son como estos niños». En la esquina inferior de
nuestra derecha, observamos, a través de la misma técnica del collage, un
homenaje mediante el cual el autor destaca la importancia de la música en el
procesionar de las diferentes imágenes y que se personaliza en la figura de
José Reyes, Pilili, un hombre que representa a la perfección la entrega y la
pasión que los integrantes de las agrupaciones musicales de Semana Santa nos
ofrecen cada año y con quien Chencho ha querido tener un especial detalle, ya
que se encuentra en momentos delicados de salud.
Nuestro autor ha querido plasmar, igualmente, la importancia
de los templos que acogen a las distintas imágenes que procesionan en nuestra
Semana Mayor, ubicándolos en cada uno de los cuatro ángulos del cartel,
ligeramente difuminados en el propio color del lienzo, pero perfectamente
reconocibles por sus siluetas, tan queridas por los ayamontinos.
Para terminar, a modo de estructura que sostiene la escena, diversas
palabras entrecruzadas ofrecen el cimiento necesario para que lo tradicional y
lo contemporáneo se den la mano. Pasión, Fe, Vida, Muerte, Amor, Dolor, Cultura
o Tradición suponen el andamiaje perfecto para otorgar el equilibrio final a la
escena, mediante conceptos de gran profundidad emocional entre los cuales
podemos identificar nuestra experiencia personal de la Semana Santa.
Es este un cartel que busca ser de todos y para todos; una
pintura de gran belleza estética y de composición compleja y arriesgada, en la
que se pueden apreciar la pincelada sutil y exacta junto al trazo impetuoso y
repleto de color; una obra llena de detalles y simbología que nos interpela
directamente, que nos mira a los ojos y nos exige atención y tiempo; un cartel
integrador que busca acercarse a las diversas sensibilidades del público, compuesto
desde el más profundo respeto a la tradición y a los cimientos fundamentales de
la Semana Santa, pero realizado desde el estilo contemporáneo y urbano, inconfundible
de su autor, que no es más que su propia forma de entender el mundo:
En definitiva, un cartel que quiere ser de todos y para
todos.
Enhorabuena, amigo…
Muchas gracias.
Jesús González Francisco
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