"QUE SEAN TERRORÍFICAS, NO DE LAS OTRAS"





El niño no quiere imágenes de Mickey Mouse, Peppa Pig o la Patrulla Canina; el niño se acerca y me pide que le imprima imágenes de El Hombre Lobo, Drácula, La Momia o Frankenstein. También reclama dibujos de fantasmas y zombis para colorear. Como ya es mayor -está a punto de cumplir cinco años-, reniega de las imágenes genéricas y aburridas para niños: “que sean terroríficas, no de las otras”, dice, mientras colorea de rojo sangre los colmillos de un licántropo aterrador, henchido de lujuria asesina o recorta con trazo atrabiliario el contorno amenazante de Ricou Browning embutido en su disfraz de La Criatura de la Laguna Negra mientras acecha a la bella Julie Adams bajo el agua.


El niño juega por las tardes con sus folios recortados y coloreados. A veces, La Criatura combate contra El Hombre Lobo; otras veces, un zombi persigue a Drácula y lo destruye con la ayuda desinteresada de una momia milenaria demasiado enfurecida como para estarse quieta sobre la mesa. “¿Quién es más fuerte, El Hombre Lobo o Hulk?”, me pregunta. “Hulk, sin duda”, le contesto, “El hombre Lobo solo posee esa fuerza durante los días de luna llena y Hulk es así de fuerte cuando quiere”. Se marcha cabizbajo, rezongando algún reproche inaudible, indignado porque su monstruo favorito pudiera ser batido por otra criatura. Entonces se acerca a la caja de los juguetes, coge su muñeco articulado de Hulk y lo lleva a la mesa; Frente al Hyde de Bruce Banner, dispone los dibujos de El Hombre Lobo y La Criatura de la Laguna Negra, satisfecho. Ahora sabe que Hulk no tiene ninguna posibilidad.





Por las noches, me ruega que le cuente historias de terror. Me niego, tratando de hacerle ver que tendría pesadillas. “Ya soy mayor, no tengo miedo”. “Ya lo sé -replico-. El que tiene miedo soy yo”. Le doy un beso en la frente y apago la luz. Cuando me encuentro a un paso de dormirme oigo su voz, diluida por el ensueño: “Papá, quién es más fuerte: ¿El Hombre Lobo o Drácula?”






















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