¿QUE POR QUÉ ME GUSTA TANTO AMY HEMPEL? PUES YO TE LO EXPLICO, NO TE PREOCUPES.

 La entrada de hoy va dirigida a la obra de quien es, probablemente, la mejor cuentista del mundo

    Ufffff, lo sé, lo sé, una afirmación así necesita de argumentos (aunque las opiniones personales no están tan atadas a ello) y razones de peso, pero, ahora mismo, para mí es la número uno. 

Veamos por qué:


    Amy Hempel es una escritora y periodista nacida en Chicago, en 1951. Podría "maquillar" los datos biográficos de la Wikipedia y hacerlos pasar por propios, pero, ¿a quién le importa la vida de esta señora? A mí lo que me gusta es su escritura, así que os ahorraré una innecesaria semblanza a la que, en cualquier caso, podéis acceder desde aquí o desde aquí

    Desde la mesa de mi despacho, si me giro ligeramente a la derecha, puedo ver, pegados con cinta adhesiva a la puerta de un armario, unas cuantas hojas: el cartel de mi primera presentación literaria con mis "Nueve muertes absurdas y otros cuentos", unos cuantos diplomas de mis (escasos) premios literarios, un dibujo de una de mis alumnas y tres textos de tres autores muy diferentes. El primero es un consejo de Horacio Quiroga sobre la necesidad de contener las ganas de adjetivar sin medida; el segundo es un recordatorio firmado por Bukowski en el que se exhorta a cualquiera que quiera escribir a hacerlo y no buscar excusas y el tercero es una declaración de Amy Hempel extraída de una entrevista que la escritora dio a "Paris Review": 

"That’s why I like short stories. You’re always trying to keep the person interested. In fiction, you don’t need to have the facts up front, but you have to have something that will grab the reader right away. It can be your voice. Some writers feel that when they write, there are people out there who just can’t wait to hear everything they have to say. But I go in with the opposite attitude, the expectation that they’re just dying to get away from me."

(Por eso me gustan los cuentos. Siempre tienes que mantener interesado al lector. En la ficción, no se necesita adelantar los hechos, pero debes tener algo que agarre al lector de inmediato. Puede ser tu voz. Otros escritores sienten que cuando escriben hay gente ahí fuera que no pueden esperar a escuchar todo lo que tienen que decir. Pero yo voy en la dirección contraria, la seguridad de que están deseando escapar de mí) La traducción es mía y me he tomado muchas licencias para su comprensión.

La señora Hempel siempre a la vista


    Esta declaración de Hempel define muy bien su estilo literario, basado en un minimalismo cargado de significado y de resonancias poéticas. Sus cuentos son pequeñas (PERO GRANDES) joyas talladas, palabra a palabra, con la magnificencia de un escultor griego; domina con tanta maestría el complicadísimo genero del cuento que no se ve el rastro del cincel sobre la piedra o, si lo prefieres, la picelada queda oculta en el óleo. 

    El uso habitual de la primera persona confiere a las historias una inmediatez que permite al lector pasar a ser un espectador de lujo, en primera línea. Y encaja muy bien con las temáticas cotidianas, centradas en pequeños acontecimientos sin demasiada, a priori, resonancia literaria, pero que en manos de Hempel se convierten en auténticos vehículos de profundización psicológica.

    Sus cuentos -protagonizados casi siempre por una mujer anónima, sin excesivos rasgos, como esbozada en un apunte rápido- se deslizan hacia un "extrañamiento" del mundo y hacia el mundo y dejan un poso de desasosiego al finalizar su lectura. Sin embargo, también adorna sus cuentos con un sutil sentido del humor, sin aspavientos, que ayuda a encajar el desasosiego con una media sonrisa de aceptación.

    Un ejemplo de esto que digo lo encontramos en el inicio de "La cosecha": 

"El año en que empecé a decir florero en vez de tiesto, un hombre al que apenas conocía estuvo a punto de matarme accidentalmente.

El hombre no sufrió ninguna herida cuando el otro coche chocó contra nosotros. El hombre, al que había conocido hacía una semana, me sujetaba en el asfalto de una manera que daba a entender que era mejor que yo no me viese las piernas. Recuerdo que sabía que no debía mirar, y sabía también que miraría si él no me lo impidiese.

El frontal de su ropa estaba manchado con mi sangre.

-Tú te pondrás bien, pero este jersey está para tirarlo a la basura -me dijo. (El subrayado es mío).

Extraído de "Cuentos completos" Ed. Seix Barral 





Amy Hempel mira el mundo con la lucidez de una mujer inteligente, que entiende de forma muy particular los resortes del alma humana y nos lo cuenta de una manera sencilla, concisa, casi en la tradición oral (algo que resulta tan tan tan tan difícil), despegándose de la obsesión de tantos escritores por "estar presentes" en su obra. En ese sentido, se percibe claramente el paralelismo con Raymond Carver, otro alquimista del espíritu humano. Como pasa cuando uno lee a Carver, no se sabe si las frases de Amy Hempel son prosa o, por el contrario, nos está "narrando" un poema encubierto. 
 
Escribir un buen cuento es una tarea dificilísima (y tan sencillo escribir malos cuentos), pero en el caso de nuestra protagonista, lo difícil es encontrar un cuento que no sea sobresaliente, aunque solo sea por el riesgo formal y artístico que adopta en su trabajo. 

Lamentablemente, Amy Hempel es poco conocida en España. Gran parte de su obra, por otra parte no muy extensa, no está traducida al español. Desconozco los motivos para ello, auque sospecho que algo tiene que ver la tradición lectora de un país poco dado a leer libros de cuentos (vive dios que algo de eso sabe uno), pese a ser un país que fomenta desmesuradamente los certámenes de relatos (ya hablaremos de esto en otra ocasión). De hecho, después de haber publicado dos libros de relatos, la gente suele preguntarme por la novela, como si escribir cuentos fuera una dedicación menor o un simple divertimiento previo a la escritura de verdad: la novela. Puede ser. O puede ser por otros mil motivos. Lo cierto es que la gran Amy Hempel, reina indiscutible del género es una lectura obligatoria para quien pretenda escribir cuentos y para aquellos que disfruten abriendo un libro y encontrando un trocito de vida cotidiana en él.




 







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