¿QUE POR QUÉ ME GUSTA TANTO AMY HEMPEL? PUES YO TE LO EXPLICO, NO TE PREOCUPES.
La entrada de hoy va dirigida a la obra de quien es, probablemente, la mejor cuentista del mundo.
Ufffff, lo sé, lo sé, una afirmación así necesita de argumentos (aunque las opiniones personales no están tan atadas a ello) y razones de peso, pero, ahora mismo, para mí es la número uno.
Veamos por qué:
Desde la mesa de mi despacho, si me giro ligeramente a la derecha, puedo ver, pegados con cinta adhesiva a la puerta de un armario, unas cuantas hojas: el cartel de mi primera presentación literaria con mis "Nueve muertes absurdas y otros cuentos", unos cuantos diplomas de mis (escasos) premios literarios, un dibujo de una de mis alumnas y tres textos de tres autores muy diferentes. El primero es un consejo de Horacio Quiroga sobre la necesidad de contener las ganas de adjetivar sin medida; el segundo es un recordatorio firmado por Bukowski en el que se exhorta a cualquiera que quiera escribir a hacerlo y no buscar excusas y el tercero es una declaración de Amy Hempel extraída de una entrevista que la escritora dio a "Paris Review":
"That’s why I like short stories. You’re always trying to keep the person interested. In fiction, you don’t need to have the facts up front, but you have to have something that will grab the reader right away. It can be your voice. Some writers feel that when they write, there are people out there who just can’t wait to hear everything they have to say. But I go in with the opposite attitude, the expectation that they’re just dying to get away from me."
(Por eso me gustan los cuentos. Siempre tienes que mantener interesado al lector. En la ficción, no se necesita adelantar los hechos, pero debes tener algo que agarre al lector de inmediato. Puede ser tu voz. Otros escritores sienten que cuando escriben hay gente ahí fuera que no pueden esperar a escuchar todo lo que tienen que decir. Pero yo voy en la dirección contraria, la seguridad de que están deseando escapar de mí) La traducción es mía y me he tomado muchas licencias para su comprensión.
La señora Hempel siempre a la vista
El uso habitual de la primera persona confiere a las historias una inmediatez que permite al lector pasar a ser un espectador de lujo, en primera línea. Y encaja muy bien con las temáticas cotidianas, centradas en pequeños acontecimientos sin demasiada, a priori, resonancia literaria, pero que en manos de Hempel se convierten en auténticos vehículos de profundización psicológica.
Sus cuentos -protagonizados casi siempre por una mujer anónima, sin excesivos rasgos, como esbozada en un apunte rápido- se deslizan hacia un "extrañamiento" del mundo y hacia el mundo y dejan un poso de desasosiego al finalizar su lectura. Sin embargo, también adorna sus cuentos con un sutil sentido del humor, sin aspavientos, que ayuda a encajar el desasosiego con una media sonrisa de aceptación.
Un ejemplo de esto que digo lo encontramos en el inicio de "La cosecha":
"El año en que empecé a decir florero en vez de tiesto, un hombre al que apenas conocía estuvo a punto de matarme accidentalmente.
El hombre no sufrió ninguna herida cuando el otro coche chocó contra nosotros. El hombre, al que había conocido hacía una semana, me sujetaba en el asfalto de una manera que daba a entender que era mejor que yo no me viese las piernas. Recuerdo que sabía que no debía mirar, y sabía también que miraría si él no me lo impidiese.
El frontal de su ropa estaba manchado con mi sangre.
-Tú te pondrás bien, pero este jersey está para tirarlo a la basura -me dijo. (El subrayado es mío).
Extraído de "Cuentos completos" Ed. Seix Barral
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