EL DÍA DEL LIBRO HA VENIDO, SE HA IDO Y NADIE SABE CÓMO HA SIDO

 


El Día del Libro vino con sus fanfarrias, sus oropeles, sus buenas intenciones, su afán de protagonismo, sus caireles y su fiesta habitual y se acaba de marchar por la puerta que conduce al 24 de abril, con sus cositas recogidas, hasta el año que viene. Siempre me ha llamado la atención la elección de días concretos en el calendario para celebrar las efemérides. La costumbre corre claramente paralela al santoral, esto es: si el día de San Sebastián se celebra el 20 de enero, es por algún motivo digno (imagino, desconozco el motivo) de recalcarse en el calendario. Del mismo modo, para el Día de la Paz, el de la Tortilla de Patatas, el de la Hipnosis o el Día de los Audífonos (todos reales, dicho sea de paso), se selecciona alguna jornada de celebración por motivos igualmente dignos de recalcarse (en el de la tortilla de patatas es más que evidente... yo impondría por decreto el "mes de la tortilla de patatas). En el caso del Día Mundial del Libro, se cumple una casualidad tan tan tan evidente que a las personas que organizan estos saraos fue imposible que se les escapara. Resulta que el 23 de abril de 1616 murieron, uno en Madrid y el otro en Stratford-Upon-Avon (lo de Shakespeare -y perdónenme por tanto paréntesis- es curioso, porque falleció el 3 de mayo, según el calendario juliano, que fue el calendario oficial de los guiris hasta entrado el siglo XVIII, y que se corresponde con el 23 de abril en el calendario gregoriano, pero la casualidad era tan buena que se hizo la vista gorda. Al fin y al cabo, no dejaban de ser el mismo perro con distinto collar) los dos máximos representantes de la literatura de todos los tiempos: Miguel de Cervantes y William Shakespeare. Así que en 1989 se inició en algunos países y fue extendiéndose, convirtiéndose en una celebración de orden mundial.



          









Aquí tenéis los retratos más célebres de los compadres Miguel y William. 


Anyway, el día 23 de abril se celebra cada año el Día Mundial del Libro. Y ha pasado lo de siempre: las editoriales tratan de equilibrar sus libros de cuentas durante la semana de abril correspondiente, los libreros cruzan los dedos para que a la gente le dé por comprar libros, los medios de comunicación tienen noticia gratis para tirarse el rollo del interés por la cultura, los escritores y escritoras (el rechazo al genérico tiene aquí sentido) corremos despavoridos y despavoridas a recordarles a la peña que hacemos libros, que somos buenos, que no se te ocurra dejar pasar el día sin comprar alguna de mis maravillas, mientras buscamos un espacio, por chiquitito que sea, para dejarnos ver, en las redes sociales u en los medios tradicionales, quienes tengan esa suerte y el prestigio en ventas necesario para ello, para poder "tener contacto directo con nuestros lectores", uno de esos comentarios clásicos de escritor consagrado que me da frío en los huesos por su presuntuosidad. ¿Y la gente? pues más de lo mismo: un poco viéndolas venir, más o menos como siempre, que ya hay demasiados problemas en esta "Tierra de conejos", como nos bautizaron los romanos (Hispania= tierra abundante en conejos).



¿Y AHORA QUÉ?

Pues ahora, nada, que todo seguirá más o menos igual, con unos índices lamentables de lectura y unos índices sorprendentemente altos de publicaciones, resultando en un exceso de demanda que inundará,  tiempo más tarde, las catacumbas donde las editoriales guardan los cuerpos de sus muertos, esos libros que ya no se venden y que quedan en depósito, para finalizar siendo transformados en un tetrabrik, en una pajarita de papiroflexia o en el boletín de multas de un policía local (como muestra un botón). 

Y es que es lo que ocurre con las efemérides, que despiertan nuestros deseos de ser buenos, respetables y maravillosos y nos ayudan a acallar a los duendes de nuestra conciencia, todo el día dale que te pego, ¿verdad?

¿TENEMOS ALGUNA OPORTUNIDAD?

Creo que en el mundo de los adultos lo tenemos crudo. Las mayoría de grupos editoriales grandes se han vendido a la tiranía del nuevo paradigma comunicativo: el número de seguidores en redes sociales. Cualquier Youtuber o cualquier crío instagramer, gamer o tiktoker tiene su libro asegurado, y unas librerías donde metérselo por la cara al público adulto, empujado allí por niños y niñas demasiado obnubilados por las andanzas digitales de sus héroes como para no EXIGIR el producto correspondiente de sus héroes. No, no se trata de una tendencia creativa: es una imposición mercantil, al igual que los libros de prosa poética romántica (por decirlo de alguna manera) infumable y repleta de merengue o la novela de "psico-thriller-erótico festivo"). Por otra parte, los escritores y escritoras seguirán a lo suyo, es decir, un ojo puesto en lo propio y otro en lo ajeno o bien reunidos en grupos afines y cerrados como las hermandades universitarias de las películas americanas. Y el público seguirá también igual: compararán lo que sea que salga en la tele o se lo recomiende el "prestigioso crítico" de turno, que procederá a reseñar los libros de, curiosamente, sus amigos y amigas. Más o menos será así.

SE SUPONÍA QUE DESEABA MANDAR UN MENSAJE OPTIMISTA 


Pero hay esperanza. Existen editoriales pequeñas y valientes que muestran un verdadero amor por los libros y corren riesgos dignos de admiración, tratando de crear una especie de "corriente literaria paralela", en la que se publica lo mejorcito y más interesante del panorama literario español. Algunas editoriales importantes tratan de aferrarse al modelo clásico, pero hay demasiado dinero en juego como para arriesgarse excesivamente. Descarto aquí las redes sociales, pues aunque muchos y muchas las mencionen como el Mesías de lo literario, no deja de ser un cajón de sastre en el que, al final, destaca la prosa poética romántica o el psico thriller erótico festivo (prueba a escribir un texto de 250 palabras y no le pongas una foto acompañándolo, verás lo que pasa cuando lo subas a Facebook). 


Y, por supuesto, nos queda la escuela, la educación, los niños y niñas, en definitiva. Ahí reside nuestra esperanza, como en todo lo demás. Si de verdad nos interesa un tejido editorial fuerte, un modelo cultural solvente y sostenible, una ciudadanía llena de ciudadanos críticos e informados, una Paidea, tal y como la representaban los griegos, necesitamos trasladar a los niños la importancia y la alegría de la lectura como eje sobre el que se articula el conocimiento, el arte, la política o la ciencia. No acercar libros a los niños (que no está mal), sino acercar a los niños y niñas a los libros, que es bien diferente. Permitir que se zambullan en las historias, permitirles explorar los miles de aventuras que se esconden entre los libros, recomendarles lecturas apasionantes que transformen sus vidas para siempre y tengan, así, necesidad de seguir construyendo su mundo a través de la lectura. Pero, para ello, somos los adultos quienes debemos dar ejemplo, no comprándoles y arrojándoles a la cara libros sin mirarlos siquiera, sino haciendo algo tan simple y eficaz como leer nosotros mismos, dar ejemplo, como se suele decir; tanto en la escuela como en casa. Si esto fuera posible, el día del libro sería una constante en el tiempo; constituiría la normalización de la singularidad, la confirmación de que el mundo se habría transformado en un lugar ciertamente mejor. 

Mi hijo Pablo atrapado por los libros















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