UNA PEQUEÑA HISTORIA DE AMOR
ESPÉRAME, AMOR, DONDE QUIERA QUE ESTÉS Samuel Morse (Circa 1860) Como cada noche, desde hacía más de diez años, Samuel Morse se acercó a la mesa de su despacho y se sentó delante del aparato con el que había transformado el mundo. El anciano de larga barba blanca y cabellos plisados contempló con resignación el retrato colgado en la pared opuesta. Se sirvió dos dedos de bourbon, pese a la admonición de su médico y las protestas desesperadas de su Sarah y comenzó a pulsar en el manipulador los puntos, las rayas y los espacios acostumbrados. Siempre el mismo mensaje, noche tras noche, año tras año. El alfabeto proclamado a mayor gloria de su apellido había demolido las distancias. Ahora, cualquier lugar del planeta estaba a breves impulsos electromagnéticos. Nadi...